sábado, 1 de septiembre de 2012

Capitulo 1


Estaba sentada en la parada del bus, viendo como el tumulto de gente pasaba por delante de mí.
La mayoría con prisas, parecía que las veinticuatro horas del día no les eran suficientes.
Otras personas luchando con sus fierecillas por no llegar tarde al colegio, los niños de hoy en día se levantan con demasiadas energías.
Había justo enfrente un grupo de gente joven, más o menos de mi edad, que seguramente planeaban como saltarse las clases.
Llega mi bus. Miro a aquel grupito esbozando una sonrisa en la cara, apostaría que ni iba a ser uno de sus mejores días de fuga.
Se abren las puertas, con ese ruido que más que abrirse parece que algo en su mecanismo no fuera bien.
Miro al conductor, por la apariencia diría que tiene unos cuarenta y tantos. Parece que trabaja en el turno de mañana, su rostro muestra cansancio y el vaso de plástico con no más de un poco de café solo frio me lo confirman.
Al parecer tiene dos hijos, por las fotos tamaño carnet que tiene junto a la máquina de expedir billetes. Parece que está separado porque en la tercera foto que hay, un poco más grande que las demás, esta recortada pero todavía se ve la mano que estaba apoyada sobre él en ese momento y seguramente era de su mujer.
Le suelto las monedas en la mano, seguro que ha trabajado mucho con ella pues están muy cuarteadas.
Cruzo el pasillo, fijándome en todos y cada uno de los rostros.
La muchacha del primer asiento, con el móvil, debe de estar hablando con su novio pues tiene la sonrisa que tanto te vi pero nunca fue para mí.
La señora del asiento de atrás, bastante ajetreada, ordenando lo que a mí parecer eran informes.
En el otro lado,  en  frente de esta señora había un chico joven, quizás un par de años mayor que yo, que llevaba una guitarra. Supuse que tocaba en la calle por la forma en que se comportaba.
Detrás de este una chica joven con un libro, que por la forma en la que se restregaba los ojos a cada rato, no debía de llevar muy bien el examen.
Aunque había muchos asientos vacios me senté al lado de un señor que me llamó mucho la atención. Ese hombre debía de rondar los sesenta y siete años, el jugueteo que se traía con el pañuelo blanco que tenia entre las manos me ponía muy nerviosa.
Tenía toda la pinta de estar jubilado.
Me llamó la atención, por simple estética, o no sé por tonterías mías. Era un hombre delgado, robusto y alto.
Parecía un hombre misterioso.
Una de mis manías es llevar solo un casco mientras escucho la música por no desconectar totalmente del mundo.
No paraba de intentar verle las manos a aquel hombre. Quería saber más sobre él, si había trabajado, si su vida fue muy dura… Pero aquel estúpido pañuelo no me dejaba atisbárselas con claridad.
Desistí, cogí el móvil  y cambie de canción.
Oí como el hombre decía: - emigré a América muy joven y trabaje en los campos de café.
El jugueteo con el pañuelo cesó.